miércoles, 4 de noviembre de 2015

Comunicado del centro social autónomo La Solidaria con relación al cedulón de desalojo recibido el 30 de Octubre del 2015


El día 30 de Octubre llegó a las puertas del centro social autónomo La Solidaria un cedulón de desalojo. Según dice la presentación del mencionado documento —que insta a desalojar el inmueble en un plazo de 15 días—, la casa donde funciona dicho espacio estaría “precariamente” ocupada por un “grupo anarquista”. Ese grupo sería responsable de haber irrumpido con violencia en el edificio en cuestión, de haber amenazado y atacado a los dueños de dicho edificio y también del deterioro edilicio y las plagas de roedores en la cuadra. Los anteriores dueños, La Iglesia Evangelica Alemana, habrían brindado pruebas —que constan en el informe presentado junto con la denuncia— de todas estas cosas, pero, no obstante, habrían tolerado la ocupación. Sin embargo, todo cambió porque el edificio, ocupado hace 3 años, habría sido vendido a una ciudadana chilena nacionalizada uruguaya que tendría la voluntad de seguir los procesos judiciales necesarios para recuperar el inmueble. El domicilio de la nueva propietaria que consta en el cedulón es una oficina del World Trade Center de Montevideo.


  Un poco de historia.

  La Solidaria es un espacio autónomo ubicado en la calle Daniel Fernández Crespo 1813, casi Cerro Largo. Funciona ahí desde el año 2012, cuando el local fue ocupado por un grupo de personas con la idea de construir un centro social que funcionara con valores opuestos a los que cotidianamente nos imponen las relaciones mediadas por el capital y el Estado. Esos valores que decidimos encarnar eran la solidaridad, la autogestión, la horizontalidad y la autonomía. Desde que abrió sus puertas, La Solidaria se caracterizó por ser un espacio abierto y de construcción, así como un lugar de encuentro para distintos grupos y personas que no tenían dónde proyectar sus ideas y compartir sus preocupaciones acerca de la realidad actual. Sus puertas, siempre abiertas, han dado lugar a toda clase de proyectos y actividades —todas gratuitas—, como por ejemplo varias ferias del libro internacionales, talleres de disciplinas que van desde las artes marciales y el teatro hasta el lenguaje de señas, el tango y la expresión plástica. Han funcionado o funcionan varios proyectos de radio comunitaria o alternativa, bibliotecas sociales, cafés y tertulias sobre temáticas varias, así como proyectos de lucha, como la Regional Sur de la Asamblea Nacional Permanente en Defensa de la Tierra, el Agua, y los Bienes Naturales, la Coordinación por el cierre del zoológico de Villa Dolores, la Coordinación contra Monsanto, Plenaria Memoria y Justicia y el Movimiento Independiente de Esquizodrama y Esquizoanalisis Libertario, entre otros muchos grupos o proyectos contrarios al actual sistema de opresión. En la actualidad, La solidaria mantiene sus puertas abiertas y funciona a nivel barrial como un lugar de características únicas, reconocido y aceptado por los vecinos, que con frecuencia se acercan para brindar su apoyo, informarse o participar libremente del espacio.


  Un poco (más) de historia…

  Antes de instalarse el proyecto actual, la casa en donde funciona La solidaria perteneció a (o estuvo en poder de) por lo menos dos grupos religiosos diferentes, que la utilizaban para beneficio de sus congregaciones o —en los utlimos tiempos y antes de ser inhabilitados por el INAU— como “hogar” infantil. Las condiciones en que estaba el edificio eran desastrozas: totalmente destruido y sin conexión de saneamiento; fue necesario repararlo y reacondicionarlo para poder darle vida nuevamente. Sus dueños originales, que cobraban por sus servicios de hogar/cárcel, no ponían el dinero en mejorar las condiciones edilicias ni tampoco lo usaban para cumplir con sus obligaciones tributarias. El edificio, por tanto, estaba en la ruina en todos los sentidos. Al momento de efectuarse la ocupación —que fue pacífica—, lo único que funcionaba allí era una biblioteca-archivo de tendencia anarquista, que estaba instalada con total consentimiento de sus dueños originales y ocupaba sólo una habitación de la casa, la única que estaba en condiciones de habitabilidad.


  El pastor mentiroso.

  El líder de la Iglesia Evangélica Alemana —la antigua propietaria del edificio—, Armin Ilhe, visitó a los ocupantes en más de una oportunidad y manifestó su acuerdo con el proyecto. Durante todo el primer año, el contacto entre las partes fue fluido. No obstante, de un momento a otro decidió reclamar la propiedad. En ese contexto se dio el primer intento de desalojo, totalmente ilegal y sin orden judicial, que abriría la puerta de un conflicto entre la congregación propietaria y los poseedores, de hecho. El señor Ilhe intentaría, en más de una oportunidad, victimizarse para generar presión, pero al final, desgastado por una lucha que no podía mantener y perjudicaba su imagen, desistiría. Además, el movimiento social acompañó el reclamo de los ocupantes repudiando a los propietarios y sus manejos desleales. Un detalle no menor: el primer intento de desalojo coincidió exactamente con la realización de una de las más grandes marchas en rechazo de la megaminería y del megaproyecto Aratirí, justo en donde se juntaba el núcleo de Montevideo que convocaba y organizaba la marcha.


  Gobierno progresista, represión fascista.

  Ese mismo año, pero en el mes de Agosto se registraría el segundo intento claro de intimidación o desalojo ilegal. En la tarde del 24 de Agosto, previamente a la movilización en memoria de la masacre de Jacinto Vera en el Hospital Filtro, doce activistas que salían de La Solidaría serían detenidas por policías de particular sin ningún tipo de orden. Este procedimiento continuaría por varios días más y algunas de ellas serían nuevamente secuestradas de forma irregular para ser llevadas a declarar. Previamente, dos activistas que estaban de paso por la ciudad habían sido detenidos y procesados sin ninguna prueba, en relación a los disturbios ocurridos en una movilización oficialista. Este nuevo ataque, entonces, se configuraba como el tercero y más contundente de los dirigidos directamente al espacio. Una vez más se resistió y las movilizaciones en repudio no se hicieron esperar.
  Especulación, represión y capitalismo progre.
  Entonces, ahora, en 2015 y en medio de diversos conflictos y una auténtica persecución y caza de brujas dirigida contra diversos activistas y organizaciones sociales, La Solidaria vuelve a estar en el ojo de la tormenta. Pero, ¿qué es lo que se esconde detrás de esta maniobra? El barrio de Cordón Norte, como casi todas las barriadas céntricas, está actualmente siendo escenario de un ataque silencioso pero letal: el ataque del desarrollo en su forma mas obscena, la del urbanismo y la especulación inmobiliaria. Cualquier metro cuadrado de un barrio céntrico aumenta progresivamente de valor, y eso hace que los tiburones inmobiliarios se lancen desesperados por cualquier migaja. Los obreros y marginales que vivían en estos barrios afeaban la ciudad y complicaban la dinámica de consumo pensada para los turistas y los hijos de las clases acomodadas. Las antiguas casas de patio —como La Solidaria— estorban una planificación urbana que prefiere construir módulos horizontales para encerrar consumidores alienados a precios ridículos antes que mantener un diseño proclive a alojar un tejido social diverso y móvil, capaz de organizarse y protestar por aquello que lo perjudica. En ese plan, un centro social como La Solidaria es una clara piedra en el zapato.


  En definitiva.

  Este cedulón, estas denuncias y este proceso que comienza no es otra cosa que un ataque más del sistema a quienes, desde un comienzo, nos hemos parado en oposición total a sus proyectos y designios. No es nada más que un golpe en una pelea que reconocemos, asumimos y elegimos dar hace ya tiempo y que, si bien nos expone, también nos hermana con muchos más luchadores y luchadoras que han elegido plantar cara al poder. Nos han golpeado pero que lo sepan: somos buenos pugilistas y devolveremos todos los golpes.
  ¡La solidaria somos todos!
  ¡No al desalojo de La solidaria!
  ¡Que saquen sus manos de nuestros centros sociales!

Extraido de Periòdico Anarquìa

martes, 20 de octubre de 2015

Marcha contra monsanto.


Monsanto es un laboratorio que hace más de 100 años empezó a desarrollar productos con una característica: ser altamente perjudiciales para la salud. Un siglo atrás fabricaba Sacarina para Cocacola, el primer edulcorante cancerígeno, y en la última parte del siglo XX distribuyó con éxito otro edulcorante mortal: el Aspartamo, mediante la marca comercial Nutrasweet.

Especializado en herbicidas, Monsanto fue principal proveedor de Agente Naranja para el ejército norteamericano durante la guerra de Vietnam, junto al laboratorio Dow que le proveía Napalm, el combustible con el que quemaban vivos a adultos y niños. Con Agente Naranja, entre 1961 y 1971, el ejército norteamericano roció indiscriminadamente sobre selva, cultivos y poblaciones civiles, causando hambre, muerte, discapacidad y, hasta hoy, malformaciones a más de un millón de vietnamitas.
Otro producto “exitoso” de Monsanto ha sido la hormona de crecimiento bovino BGH, con su marca comercial Posilac, utilizada para aumentar la producción de las vacas lecheras, afectando severamente la calidad de la leche que, a partir de entonces, se extrajo de ubres enfermas y contaminadas por secreciones y antibióticos.
En la actualidad Monsanto destaca por el desarrollo de semillas genéticamente modificadas, o transgénicas, cuyas últimas versiones son las “Terminator”, generadoras de granos estériles incapaces de volver a germinar, obligando a los agricultores a comprar nuevas semillas cada año, en lugar de guardar y reutilizar las semillas de sus cosechas como lo hicieron durante milenios mientras la semilla fue libre.
La soja de Monsanto es el principal producto del agronegocio. Menos del 5% de la producción se destina a alimentación humana. Más del 95% es destinada para fabricar ración para ganado y agrocombustibles.
Monsanto es el principal proveedor de glifosato bajo la marca comercial Roundup, un poderoso agrotóxico de amplio espectro con el que matan todo ser vivo alrededor de la semilla transgénica desarrollada para resistirlo. Glifosato es uno de los químicos presentes en el agua que corre por la red de OSE y que consumen la mayor parte de las vecinas y los vecinos.
Monsanto es hoy el laboratorio de biotecnología líder en la producción de semillas transgénicas, pesticidas y paquetes tecnológicos para el agronegocio. Pero esta movilización no es sólo contra Monsanto. No es el único. Forman parte de esta perversa corporación genocida las empresas Dow –tristemente célebre por el Napalm ya mencionado-, Syngenta, Cargill, Nidera, Basf, Bayerl, Pioneer y DuPont.
Por supuesto que estos gigantes tienen caras o nombres criollos visibles. Varias empresas se reparten la distribución de semillas transgénicas y paquetes tecnológicos a nivel local. Por ejemplo Barraca Erro, que gracias a este perverso negocio se ha convertido en el segundo mayor exportador de Uruguay, superado sólo por la empresa Conaprole. También lucran con el agronegocio las empresas Agroterra, Agrosan, Agronegocios del Plata, Calagua (Greenfrozen), Macció, EcoEnergy y Garmet, entre otras.
Muchos derivados de productos transgénicos están presentes en “alimentos” que consumimos y damos a nuestros hijos. Estos “alimentos” son adquiridos bajo marcas como Cocacola, Pepsico, Nestlé, Pringles, Hellmans, Knorr, Unilever, Heinz, Kelloggs, Cadbury, Lipton, Quaker, Kraft, Nestúm, entre muchas otras. Son refrescos, snacks, caldos, mayonesa, alimento para bebés, chocolates, polenta, té, cereales, papas, pastas, aceites, jugos, etc., con los que vecinas y vecinos de la región, por ignorancia, solemos envenenar, perdón, “alimentar” a nuestras hijas e hijos que no son resistentes a los agrotóxicos ni a los transgénicos.
Monsanto es corrupción, pérdida de salud en las poblaciones periféricas y las escuelas rurales afectadas por las fumigaciones abusivas, expulsión de la familia del campo, muerte de especies polinizadoras, pérdida de calidad en los alimentos, contaminación grave del agua y pérdida definitiva de fertilidad en la tierra.