viernes, 2 de noviembre de 2012


¿CUÁNTA IGNOMINIA MÁS SERÁ NECESARIA?
¡¡FUERA MILIKOS ASESINOS!!



Hace poco más de un año el mundo entero pudo ver con sus ojos los actos abominables de abuso contra un joven haitiano por parte de militares uruguayos, invasores y ocupantes en ese país hermano. Las autoridades nacionales se apresuraron a decir que no es justo condenar, por un hecho aislado de "cuatro manzanas podridas", a la "misión de paz" en Haití.

También dicen tener política de "tolerancia cero" frente a esos abusos  y que adoptarían un "castigo ejemplar".  Cuestión que ya no ha sido.

Nunca fueron hechos aislados. El  castigado es y ha sido este pueblo hermano de Haití, invadido y devastado por ocupaciones extranjeras desde hace un siglo, sometido a pagar "indemnizaciones" oprobiosas por haberse rebelado contra  la esclavitud y el colonialismo y triunfar, abriendo el camino de libertad de este continente.
La MINUSTAH, "misión de paz" que continúa la invasión que derrocó a un
presidente legítimo para evitar el ascenso de un pueblo, ha protagonizado innumerables actos de abuso contra la población civil, incluyendo sangrientas represiones en los cinturones de miseria de ese país –  dejando  muertos haitianos -, y a dos años del terremoto un millón aún viven en carpas mientras la ONU gasta 600 millones de dólares anuales en mantener la ocupación militar. Las violaciones sexuales se han denunciado por docenas. Y está comprobado que la MINUSTAH introdujo el cólera en Haití, con 7000 muertos y medio millón de afectados.

La participación de Uruguay en esta ocupación es ignominiosa, como la de todos los países latinoamericanos que se suman a este ensayo de "tercerización" imperialista delegada en el cual son sus fuerzas armadas  las que cumplen el papel de gendarme del orden imperial (coloniales), liberando así de la carga a los países centrales que de ese orden se benefician.

En Uruguay,  los sucesivos gobiernos y de ellos cada cual más que el anterior, buscan declaradamente hacer de esta participación un eje de la política exterior, una “oportunidad para tener presencia institucional” (sic), vendiendo un servicio de gendarmería (mercenario) a los amos del mundo queriéndolos  pasar como un “servicio a la paz”. Una nueva "pax romana", una paz de los cementerios.  El pueblo haitiano rechaza activamente la presencia extranjera y se rebela contra ella.
Las violaciones y abusos sexuales ya habían ocurrido en el Congo, y se
trataron de esconder. En Haití, lejos de ser hechos aislados, son práctica
consuetudinaria de las Minustah.

Ahora tenemos la vergonzosa confirmación. Se ha hecho pública una nueva denuncia por violaciones reiteradas y violentas contra mujeres, incluso menores de edad, por parte de militares uruguayos.

Las autoridades nacionales dicen que esto aconteció en “períodos en los cuales este personal estaba licenciado por descanso, de modo que no fue en el ejercicio estricto de la misión”... ¡y a renglón seguido agregan que el gobierno “no conoce la sustancia de la denuncia, que está en poder de la ONU". Antes de investigar y saber, ya se intenta lavar las manos. Cuando, además, resulta evidente para cualquiera,  que la responsabilidad institucional es de los mandos militares, el Poder Ejecutivo, y el propio
Parlamento.

Dicen que solamente ha habido "limitadas denuncias". ¿Cuántas se necesitan?

Todas las formas de abuso sexual, robo, saqueo, y violencia contra la población civil, pero en especial la violación, son tristes viejos acompañantes de todos los ejércitos de ocupación de la Historia. Este
ejército no es menos, y por cierto no lo es, cuando esas mismas prácticas abusivas y degradantes fueron practicadas por esas mismas fuerzas armadas contra nuestra propia población, y los hechos siguen impunes.

Ante el fracaso evidente de la llamada "misión de paz" en sus objetivos declarados, se habla ahora de "retiro progresivo" y "coordinado", pero no se ha dado ningún paso. Uruguay no solo no ha retirado ni un solo soldado; sino que se pretende aumentar el presupuesto de "defensa" asignado a estas misiones. Los gastos que no paga la ONU sino nosotros: son los sueldos más medio sueldo adicional de compensación, los gastos enteros de una fuerza equivalente que se entrena para relevar a la fuerza en misión, los gastos de licencia y recuperación síquica y física una vez retornados,

la compra de equipo y armamento, muy caros, que en nada le serán útiles a nuestro pueblo, y toda la logística.

¿Cuánta ignominia más será necesaria, para que ya no se pueda seguir
cerrando los ojos ante ella?

Un país que podría estar contribuyendo verdaderamente a la paz y la
solidaridad, con médicos, enfermeros, maestros, albañiles, arquitectos, ingenieros, técnicos, (que ha mandado dos Unidades Potabilizadoras de Agua pero ni una sola gota llega a la población haitiana) dilapida los recursos y el honor olvidando lo que nos dijo Florencio Sánchez hace hoy un siglo:

 "¿Cómo… hacerte comprender que la exportación de semejantes productos desacredita una plaza;... que es triste, muy triste, que un país
quiera imponer a la consideración humana la más inútil, la mas despreciable, la más estúpida de las funciones orgánicas de sus habitantes?" Cartas de un flojo.


Solo los haitianos podrán resolver seriamente sus problemas y dirigir la verdadera solidaridad que requieren. Por el respeto de su autodeterminación, sólo hay una forma de parar la vergüenza en la que estamos inmersos:

RETIRO INMEDIATO Y TOTAL DE LAS TROPAS DE HAITÍ.


1 de noviembre de 2012


Coordinadora por el retiro de tropas de Haití

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