
En el pasado Estados Unidos luchó en Vietnam utilizando armas químicas devastadoras contra el comunismo, un régimen que entonces encarnaba la lucha por la independencia nacional del pueblo vietnamita que se oponía a su dominación. Hoy prosiguen las mismas políticas tan absurdas como injustificables: desde Afganistán a Iraq pasando por Serbia, desde Líbano a Gaza, Estados Unidos, la OTAN e Israel arrojan armas de fósforo, de fragmentación o de uranio empobrecido sobre poblaciones civiles que se niegan a someterse a sus dictados. Ahora bien, es sabido que estas armas provocan sobre todo cánceres y malformaciones monstruosas en los recién nacidos, y que van a seguir afectando a la salud de una cantidad cada vez mayor de personas. En su reciente obra Agent Orange – Apocalypse Viêt Nam [Agente naranja- Apocalipsis Vietnam], André Bouny nos recuerda que casi medio siglo después de la guerra las madres vietnamitas siguen dando a luz bebés monstruosos.
Pham Duc Duy es un niño vietnamita que sufre, como muchos compatriotas de su edad, deformaciones y discapacidad intelectual.
Su abuelo estuvo expuesto al "agente naranja" durante la Guerra de Vietnam y en su país creen que ésta es la causa de que tantos niños sigan naciendo con prioblemas.
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